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El Museo Regional de Historia, el Jardín Libertad y su kiosko (traído de Bélgica en 1891), así como sus calles coloniales, le dan a Colima una atmósfera de tranquilidad necesaria para los viajeros. Pero no hay que confundirnos, esta es sólo una calma aparente ya que su suelo está más despierto que ningún otro en México.
Las culturas prehispánicas que estaban instaladas en Colima aseguraban que este era el sitio donde reinaba el dios de fuego. Y el mexicano Sergio Tapirosabe lo que eso significa, después de todo lleva más de 17 años de experiencia como fotógrafo de montañas. Y aunque conoce todos los paisajes que ofrece este Estado, el artista se ha dedicado a capturar el Volcán de Colima, el más activo del país y de Norte América.
Su pasión por los volcanes ha llevado a Tapiro por todo México. Sin embargo, al ser colimense, siempre ha tenido una conexión especial con el Volcán de Colima (su última gran erupción fue en 1993). Por ello, a finales de diciembre de 2015, Tapiro pasó 20 días observando a este gigante no tan dormido. Pero fue hasta el 13 de diciembre cuando el Volcán Colima empezó a sacar humo, cenizas e incluso un poco de lava.
De esa erupción del Volcán de Colima salió una foto que le haría ganador de dos de los premios más importantes de la fotografía: el World Press 2106 y Mejor fotografía de viaje 2017 de National Geographic. Lo que hace especial a esta postal es el rayo que se funde con una nube de humo y cenizas.
Este retrato captura un acontecimiento conocido como “tormenta sucia” y lo que lo hace especial es la nitidez con la que se puede contemplar cómo un trueno se funde con una nube de humo y cenizas. Aunque este fenómeno no ocurre siempre, tampoco es tan inusual.
Esta es la foto ganadora: